Olha que coisa mais linda

Olha que cosa mais linda, blog cuya URL tiene un error ortográfico provocado voluntariamente para conseguir que no estuviese cogido ya por otra persona, es la respuesta a una larga lista de peticiones para que fuese escribiendo un diario online de mis aventuras y desventuras por el año que pasaré en a cidade maravilhosa.

22 febrero 2007

Fin del Carnaval

Llevo varios días sin escribir. Es normal y ya suponía que sería así antes de comenzar las fiestas.

El carnaval brasileiro cumple todas las espectativas en cuanto al fiestón y la alegría que se monta por las calles. No es ningún tópico, en contra de lo que yo, triste e ingenuo de mí, me imaginaba.

Vamos a ir hablando por partes.

Los tres días en Salvador de Bahía. Como creo que ya dije, lo que se montan allí son blocos. Como cerca de cuarenta al día. Existen tres recorridos y tú, sabiendo qué bloco tienes comprado ese día, te fijas en unas tablas y te plantas en el sitio y la hora indicada.

Comprar un bloco consiste en tener una camiseta representativa del grupo con el que vas a desfilar, camiseta que te tienes que comprar en un lugar llamado Central do Carnaval. Con esto consigues poder entrar dentro de un perímetro cercado por unas cuerdas sujetas por muchos hombres y mujeres que se colocan alrededor de los dos camiones de sonido y servicios que componen en sí el bloco. Dentro de esa cuerda tienes gran seguridad de que no va a haber tumultos, robos, etc…

El fiestón que se vive dentro de esa cuerda es tan largo como intenso. Diez horas de saltar, cantar, gritar. Pues eso, igual que lo que hizo Carlinhos Brown por España. Con música de todo tipo, por cierto, aunque predominando un género llamado Axé, que es lo que pega en Bahía. Aunque también Samba y Samba Rock.

Los tres blocos a los que fuimos nosotros el viernes, sábado y domingo fueron Timbalada (creado por Carlinhos Brown aunque actualmente no participado por él), Araketu y Banda Eva.

Y así los tres días de Salvador de Bahía. De la ciudad, lamentablemente, no sé mucho. Todo era ir del bloco a la pousada y de la pousada al bloco.

Allí en Salvador coincidí con becarios de Brasilia y Sao Paulo. En total un@s diez loc@s pasando un gran carnaval bahiano.

El cansancio del último día ya se enlazó con Río. Me explico: el domingo a la una de la tarde comenzaba nuestro bloco. Duró hasta las doce de la noche. A las dos de la mañana cogí un taxi al aeropuerto y a las cuatro un vuelo a Río con escala en Sao Paulo. Llegué a casa a las diez de la mañana. Lejos de irme a dormir directo (hasta el momento todo lo que había conseguido era dormir con el cuello colgando en aviones o salas de espera de aeropuertos) llamé a la gente y me fui a la playa, donde todos se encontraban.

Y ese era el gran día de nuestro desfile con la escuela de samba Portela en el sambódromo. En general, un día de nervios. Combinamos partir todos desde mi casa y cambiarnos allí mientras nos tomábamos unas caipirinhas previas al desfile. El disfraz era muy gracioso. Pronto habrá fotos. Desfilábamos a las dos de la mañana, así que a las once de la noches estábamos poniendo rumbo al metro y a la estación Praça XI, la del sambódromo.

Al llegar allí, qué nervios y qué caos. Nadie sabía dónde había que ir. Nada más salir del metro, nos pusimos los disfraces – las fantasías – pero éstas eran tan aparatosas (tanto las nuestras como todo el resto de las fantasías de las demás alas y escuelas) que durante todo el camino hasta donde nuestra ala estaba formando, lo fácil era ir enganchando partes de nuestros vestidos con partes de los del resto de disfraces acrecentando así el caos reinante. Sobre todo porque, en general, las fantasías eran más grandes que el cuerpo de cada uno entre gorro, plumas, banderolas que salían de la espalda y otros componentes adicionales.

Nervios, formación, más caos, estrés y, tras el pistoletazo de salida, alegría, diversión, emoción y mucha cara. Sobre todo eso. Las gradas a rebosar. Luces, colores, fuegos artificiales, música a toda pastilla. Famosos (de aquí) en los palcos. Saludos, besos, alguna que otra caida, algo más de caos y, en un abrir y cerrar de ojos, fin del desfile y a dispersarse (al fin y al cabo son cuatro mil personas desfilando con cada escuela y la gente no se puede quedar taponando la salida del sambódromo).

Una grandísima experiencia. Al final, abrazos y más emoción. Luego compramos entradas para subirnos a las gradas y ver algún desfile más. Desde fuera cambia completamente, sobre todo por la tremenda cantidad de horas de vigilia que llevaba seguidas. Así que vi una escuela, que son ochenta minutos, y me fui para casa con algunos más compartiendo taxi. Un show ver cómo nos metíamos en el taxi desarmando nuestros disfraces y metiendo todo el plumerío, armaduras y otras cosas donde buenamente cabían dentro del coche.

Al día siguiente todo fue descansar, playa, torramiento al sol de Copacabana y preparación para la última noche de carnaval, en la que aprovechamos para ir a Lapa y quedarnos por la calle tomándonos nuestras caipis a ritmo de percusión y samba de carnaval. También había un escenario en el que varios grupos fueron pasando para tocar versiones de U2, Green Day, etc… Otro gran fiestón que nos hizo llegar a casa de día.

Y por último hoy, que parecía parasitario, pero ha dado bastante de sí porque, entre otras cosas, me ha dado para conocer una playa a la que todavía no había ido. La playa de Barra. Mucho más limpia, blanca, vacía, tranquila y con el agua azul transparente que las ya redundantes Copacabana e Ipanema. Está un poco lejos, pero mucho menos de lo que yo me esperaba después de lo mucho que me habían hablado de ella. Es simplemente cogerse una Van y, dos reales y veinte minutos después, estar remojándote con gran gusto. La única pega, que hace demasiado viento.

Se me ha olvidado decirlo: menudo choriceo reinante en Salvador de Bahía. De los diez que éramos, cuatro fuimos robados. Y digo fuimos porque incluyo entre los diferentes motines que los ladrones se llevaron, mi móvil y dinero (unos ciento veinte reales). ¿Cómo? Diferentes técnicas. La más habitual, aprovechar tumultos y meter la mano en el bolsillo, la que utilizaron conmigo y con Roberto, el becario periodista del ICEX en Sao Paulo, a quien así le quitaron la cámara de fotos. Otra técnica, mucho más chunga, la que sufrieron Gabriela, becaria ICEX en Brasilia, y una amiga suya de España que estaba de visita en Salvador, ir tranquilamente por la calle, que te rodeen siete chavales de como mucho quince años y, sin amenazas, robar por la fuerza todo lo que llevasen. En este caso móvil, cámara de fotos, documentación y dinero.

Un desastre, en otras palabras. Pero merece muy mucho la pena. Es simplemente tener un poquito de ojo. Simplemente que nos pilló desprevenidos y no pensábamos que fuese tran chunga la cosa. Aquí en río tampoco se han quedado cortos, por otra parte, y han desaparecido hasta cuatro móviles de amigos y conocidos. Los dos últimos ayer en Lapa, sin ir más lejos.

Ahora con un estrés del copón. Mañana jueves, vuelta al trabajo. Tengo la casa patas arriba y tengo que poner dieciocho mil lavadoras y, sobre todo, preparar todo para mi viaje a España, que es tal que mañana. Ahora son casi las tres de la mañana. Qué locura.

Habrá fotos de todo esto (si consigo encontrar a alguien al que no le hayan robado la cámara :S).

Saudaçoes

Pedrao Carioca

3 comentarios:

Blogger martuky ha dicho...

Estoy deseando ver las fotitus!! nos vemos pronto en los madriles!! saludiños Pedriño!!

9:04 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

joder, como se lo pasa el Pedrao!! y yo buscando azulejos, suelos y watereses...!

Bueno piiiiit, que pronto te tenemos por aqui, prepara una buena coleccion de anecdotas pa contarnos esa noche, qe va a ser muuuuu larga..

venga chato, cuidate

3:27 p. m.  
Blogger Pedro - ElPiter ha dicho...

Dom!!

Anda que no... estáis todos los casamenteros liados con el estrés preboda. De verdad, no sé qué os ha pasado a todos que de repente os casais.

En fins... suerte con todo... ¡¡y nos vemos ya!!

Talue

8:01 p. m.  

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