Olha que coisa mais linda

Olha que cosa mais linda, blog cuya URL tiene un error ortográfico provocado voluntariamente para conseguir que no estuviese cogido ya por otra persona, es la respuesta a una larga lista de peticiones para que fuese escribiendo un diario online de mis aventuras y desventuras por el año que pasaré en a cidade maravilhosa.

12 marzo 2007

Una de cal y otra de arena.

Este post es muy especial. Es difícil contar todo lo que voy a contar. Sobre todo porque tiene una cosa muy mala (que no grave) y otra cosa muy buena.

¿Cuál cuento antes? ¿La primera o la segunda?

Venga, primero las malas noticias, para acabar con un buen sabor de boca.

Tiene que ver con el trabajo. Resulta que un jarrón de agua fría se nos vino el viernes a mediodía encima. Nos reunió el jefe de la oficina, Francis, para contarnos que, desde la cúpula del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, se ha tomado la decisión de cerrar la oficina de comercio exterior de Río de Janeiro, es decir, donde yo trabajo. El careto con el que nos lo estaba contando debía combinar bastante bien con el que se nos quedó a todos los becarios. Además, es la única que se va a cerrar, que se sepa por ahora.

La sensación era de vértigo, cabría decir lo de que toda la vida pasó por delante de mis ojos en un segundo. No daba para pensar mucho y todo eran dudas, claro está. La primera, de cuándo estaríamos hablando para el cierre. La respuesta: el treinta y uno de agosto. Pero la actividad normal de la misma cesará a primeros de julio para, los dos últimos meses, dedicar simplemente a desmontar, desinventariar, mudar y cerrar.

¿Qué significa eso a efectos personales? Pues que los becarios COMEX, es decir, mis compañeritos, se irán cuando la oficina deje de operar normalmente. Seguramente redirigidos a algún otro destino, cercano o no. A mis propios efectos, me iré con el propio cierre de la oficina, ya que yo tengo que estar hasta el final desmontando ordenadores y preparando su envío a otras oficinas donde vayan a hacer falta.

De todas formas, estamos hablando de, como máximo, último día de agosto, que es un mes antes de lo que esperaba; lo cual no deja de ser una putada gorda aunque sea consciente de que soy el menos afectado. Esto no significa que vayan a echarme. Yo voy a estar con la beca del ICEX hasta el final. Y me pagarán hasta el final y todo eso. Pero simplemente el último mes desempeñaré mi función seguramente en Madrid.

Ahora mismo, de todas formas, sigue el mar de dudas, encabezadas por Francis, que nos ha dicho que nos va a apoyar en todo lo que necesitemos y está ayudando bastante. En pocas semanas tendremos más información de lo que será de nosotros en los meses siguientes, todo lo cual será puntualmente informado en este mi blog.

De los que no me puedo olvidar son de los otros cinco trabajadores de la oficina que no son ni mucho menos becarios, sino funcionarios fijos del gobierno de España a los que se les va a ofrecer trabajo en otras oficinas (todas ellas en otras ciudades o, incluso, países) y que si no aceptan, tendrán indemnización y patada en el culo. Todos ellos con familias, hijos y el desengaño de que tenían la vida más o menos solucionada y ahora se lo tienen que currar en un mercado de trabajo tan difícil como es el brasileiro.

Como digo, fue una jarra de agua fría, pero no podíamos dejar que la historia nos estropease el gran fin de semana que teníamos planificado. A las seis y media del viernes, una ‘van’ (furgoneta) nos esperaría a un grupo de tal que diecisiete personas, mitad brasis, mitad españoles para llevarnos a Ilha Grande. Los enumero, aunque habrá fotos donde lo vuelva a hacer:

Patricia, María, Chechu, José Antonio, Maitane, Vicky, Lorena, Dani, Sandrinha, Armando, Asier, Renata, Pablo, Alejandro, Fernanda, Cristiano y yo... uf!

Se trataba de hacer unos 110km en la van para luego coger un barco y hacer una travesía de dos horas para dar con nuestros cuerpitos en Ilha Grande, literalmente Isla Grande (aunque daba para saberlo). Yo creo que debe ser uno de los sitios más bonitos que he visitado en mi vida en cuanto belleza natural. Básicamente es todo montaña, selva y playa. Playas pequeñitas, pero nada masificadas. En general, prácticamente nada urbanizado. Simplemente pousadas, barzinhos y algún restaurante. Pero ya digo; muy muy poco.

El plan del sábado fue ir a una playa llamada Lopes Mendes. Pero llegar a ella no era gratuito. Una de dos, te pillabas un barquito por diez reales, creo recordar, o te hacías una caminata de dos horas y media atravesando selva y montañas. La decisión fue casi unánime. Aunque algunos se cogieron el barquito, la mayoría nos fuimos caminando, lo que en portugués se dice “Fazendo a trilha”, o sea, haciendo la “trilha”. Nos dividimos en varios grupos y partimos. Muy guay todo. Tanto la vegetación como la fauna; muy novedosas, como no podía ser de otra forma, para todos nosotros. Había cañas de estas de bambú, árboles con lianas, cada dos por tres el sonido de un arroyo o pájaros raros. Con lo que yo era con los bichos, ni me acordé de ellos y fui sin camiseta y en sandalias, por recomendación de los de allí. No pasó nada. Lo más llamativo en ese sentido fueron apenas varias telas de araña tamaño elefante y algunas hileras de hormigas. Pero ojo, no hormiguitas así pequeñas como en España dispuestas en fila de uno. Unos hormigones del tamaño de un pulgar puestas de diez en diez y yendo a una velocidad que ya querrían nuestras humildes y enclenques hormigas ibéricas.

La playa, para qué contarte, arena blanca, agua azul, mar abierto, olas grandotas, temperatura excelente, sol de justicia y la selva a pocos metros del agua (típicas palmeritas y vegetación de todo tipo a nuestro alrededor). La leche, la verdad. Hay fotos de todo.

La vuelta, claro está, la hicimos en el barquito. Después de un día trilha más playa, estábamos agotados. Así que a las siete estábamos en la pousada. Quien más quien menos se echó una siesta, se tumbó en la hamaca, cada cual cenó donde quiso y por la noche nos fuimos de fiestecita. Había bastante turista (todo lo que pueden dar de sí las veinte o treinta pousadas que tiene esa zona de la isla), y la fiesta consistió en un típico escenario de pueblo de un grupito tocando Forró. Gracioso.

Al día siguiente de resaca, nos fuimos a un paseo en barco que duró todo el día. Fuimos de cabotaje de calita en calita. Bañándonos en cada una y comiendo increíblemente bien en una de ellas. En un momento dado, el guía cogió varias estrellas de mar y nosotros estuvimos enredando un poco con ellas. Hay fotos, hay fotos. Las iré poniendo.

En otra de las calitas hicimos una trilha en la que se subía hasta una cascada de agua. Muy bonita también. Había también un tobogán entre las rocas por el cual nos tiramos. La bajada de vuelta a la playa no dejó de tener su parte épica, ya que se me rompió una sandalia y tuve que bajar descalzo. En plan tarzán. Con lo que yo era, joe :S Alguna secuela en forma de cortecitos en la planta del pie y dolorcito por un golpe que me di en el costado del mismo me ha quedado.

Dejo de hablar. Todo se va a ver muy bien en las muy bonitas fotos que tomamos. A ver si las puedo subir mañana.

Hemos dicho que hay que volver a Ilha Grande. Pero además, a raíz de esto, junto con que tres de nosotros se van a ir más pronto que tarde por culpa del cierre del a oficina, ha surgido un hambre de viajes que, poco a poco se irán concretando. Por lo pronto, tenemos la idea de al menos tres así a corto plazo:

- Este fin de semana, paseo en barco desde Angra dos Reis por islitas.
- El finde que viene, viaje a São Paulo
- El finde del 10 de abril, viaje a Paraty (leído ‘Parachí’), otro sitio por el estilo de Ilha Grande, pero sin tener que cruzar en barco a ningún sitio; además de que se trata de un pueblo colonial con cositas que visitar y tal.

Ya iré diciendo. Y pronto pongo las fotos

Saudaçoes.

PC

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio