Olha que coisa mais linda

Olha que cosa mais linda, blog cuya URL tiene un error ortográfico provocado voluntariamente para conseguir que no estuviese cogido ya por otra persona, es la respuesta a una larga lista de peticiones para que fuese escribiendo un diario online de mis aventuras y desventuras por el año que pasaré en a cidade maravilhosa.

12 diciembre 2006

Mi Buenos Aires Queridooooooo (o algo así decía la canción)

Ya es martes. Me hubiese gustado escribir ayer todo lo que hice en el nuevo fin de semana argentino. Pero ayer no daba. Estaba muerto. Me había levantado a las dos y media de la mañana después de haberme acostado a la una y pico. A las tres me pasaba a buscar un coche por donde me estaba quedando para llevarme al aeropuerto internacional de Buenos Aires (Ministro Pistarini, Ezeiza).

Después de un vuelo supermatante con tres horas de sueño inconciliable y generador de un dolor de cuello bastante chungo, llegué a Río. A tiempo. Pasé por control de pasaportes, control aduanero y en un segundo estaba negociando ya con el taxi. Imposible; no bajan de 45 reales los cabrones.

Y de ahí directo para el curro. Llego. Muerto de sueño. Abro la maleta para ponerme el disfraz de trabajo. ¡Mierda! No me llevé zapatos. Lo mismo da, me pongo los pantalones de vestir, la camisa y ¡¡las zapatillas de deporte!! ¡¡Blancas!! Menudas pintas. Pensé bah, no pasa nada, hay días que el jefe ni sale de su despacho; no tiene por qué verme. A los cuatro segundos suena el teléfono. El jefe. Pedro, pasa por mi despacho. Jejeje. Bah, digo de perdidos al río, voy a ver qué quiere. Entro en su despacho. Su mirada fija en mis zapatillas de esquimal. Parecía un pingüino. No era para nada. Que qué tal en Argentina y poco más. Le digo, para apaciguar posibles ánimos enervados dada mi vestimenta, que he traído alfajores de Argentina, que si quiere uno. Lo acepta de agrado. Buen rollo :D.

Horas antes, en Buenos Aires...
[entre una multitud enfervorizada y bajo una leve lluvia]
NO IMPORTA EL PROBLEMAAAAAAAAAAAAAAA, NO IMPORTA LA SOLUSIÓOOOOOOOOOOOON, CHAN CHAN CHAN! ME QUEEDO CON LO POCOOOOOO QUE QUEDAAA ENTEEERO EN EL CORASOOOOOOOOOOÓN, CHAN CHAN CHAAAN!! ME GUUUSTAN LOS PROBLEMAAAAAAS, NO EXIIIISTE OTRA EXPLICASIÓOOON, EEESTA SI EEES UNA DULSEE CONDENAAAAA, UNA DULSEE RENDISIÓOOON!!

No sabía si era la lluvia o el sudor el que me hacía estar calado hasta los huesos. Creo que al principio el sudor, porque hacía calor; pero poco después la lluvia, porque hacía frío. Nada importaba. Estaba en mi salsa. O debería decir en mi rock. A pocos metros, Andrés Calamaro y Ariel Rot, la mitad de los Rodríguez. Diez años después. Diez años después de aquel concierto en Mérida. En esta ocasión, las esposas sólo me ataban a diez años de compromiso con aquella música. En efecto, soy distinto de aquel, pero casi igual. Por esa razón nunca había dejado de escucharla. Otros me decían, acho, cambia de repertorio, a ver si escuchas algo más. Yo no podía y no quería. Sabía que tendría mi recompensa. Esa recompensa estaba el domingo por la noche ahí cerca de mí. Delante de mis ojos.

Empezó a las nueve y cuarto de la noche. Con Canal 69. Para que no hubiese dudas de qué concierto estábamos presenciando.

Siguió con El Salmón, para hacer homenaje a la camiseta que me había puesto, que no formaba parte ni de cerca del merchandising de Andrés Calamaro, pero que tenía la palabra Finland con forma de dicho pez. Me la había traído mi hermana del viaje que hizo este verano pasado por tierras nórdicas.

Y qué te voy a contar que no sepas... mi enfermedad, buena suerte, engánchate conmigo, sin documentos, mucho mejor, me estás atrapando otra vez, para no olvidar... Todo ello bañado con flaca, me arde, baile de ilusiones, ahora piden tu cabeza, te quiero igual.

Encima, el grupo de siempre de Calamaro, todos los conocidos por los que siguen sus giras en solitario. Aparte de Ariel Rot, Ziro Fogliatta, Candy Caramelo, El niño Bruno y Tito Dávila. Muy bueno.

Para terminar, Paloma, y el estadio viniéndose abajo. Justo en el momento del último redoble de la batería, la lluvia se convertía en tormentón de verano de los que sólo he visto en Argentina. En Brasil no existen así. Y teníamos un kilómetro hasta el coche. El estado en el que llegamos al coche era un estado líquido. Como digo, todo daba igual. Eso sí, la escena de poner las zapatillas junto al horno a fuego lento para que se secasen a tiempo para el viaje, no tiene precio. La camiseta, hoy martes, sigue mojada (llueve en Río estos días y no ha dado tiempo a que se secase).

Ni un pero. Bueno, uno. Faltó palabras más, palabras menos. Pero daba igual. Muy buen humor, buen rollo. Hubo que parar el concierto cinco minutos para que la primera fila de instrumentos se pudiese echar un poco para atrás. Se supone que para que no se mojasen mucho por la lluvia.

Horas antes nos comíamos un asado argentino en Tigre, una zona fluvial junto al delta con el que desemboca el Río de la Plata. Cuatro euros por cabeza y coma todo lo que pueda. La bebida aparte (estaría bueno). La carne exquisita*. Tiernísima. No se ve eso en otros sitios (me refiero a carne de vaca, claro). Ni en Brasil, con perdón, donde se presume de lo contrario.

*[¿He dicho que en portugués “exquisito” significa raro, turbio, chungo? Cuidado cuando un portugués te invite a cenar, sugiero]

La noche antes en la misma zona nos tomábamos una cerveza a orillas de uno de los afluentes que dan al delta. Quilmes, claro.

Y la tarde antes, visitábamos el centro de Buenos Aires. Lo que dan a llamar Capital Federal. Hice el chequeo de la Plaza de Mayo, el Obelisco, la 9 de Julio, la Plaza de San Martín. Todo llegando y saliendo desde la también monumental Estación Retiro. Todo igual y en el mismo sitio. No han movido nada de lugar y todo sigue teniendo el mismo tamaño y color. Así que con las mismas, nos volvimos para Victoria, barrio donde vive la familia que con gran cariño me acogió.

Con ellos muy bien. Como siempre, charlas infinitas con alegrías y tristezas; aventuras y desventuras; suertes y problemas; novios, novias, amantes y amantas de unos y otros. Acompañado de juegos de cartas, dados y demás entretenimientos. Peleas para ver quién paga cada acontecimiento, cada cena, cada alfajor. Muy chulo y típico en general :D

Me compré una cámara desechable de 27 fotos. No las gasté todas. Cuando las revele (o rebele), escanearé alguna y la pondré por aquí.

Mientras tanto, tengo algunas otras que seguía debiendo al blog.

Todos en la oficina en el cumpleaños de Vicky. Sólo falta Betinho, que sacaba la foto.



Otra un poco más antigua, de cuando vinieron los de Sao Paulo. La playa de Ipanema en su plenitud.



Ah, sí, y una que me llena de emoción y demuestra que no miento :p



Nada más por hoy.

Saudaçoes

PC

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio