Olha que coisa mais linda

Olha que cosa mais linda, blog cuya URL tiene un error ortográfico provocado voluntariamente para conseguir que no estuviese cogido ya por otra persona, es la respuesta a una larga lista de peticiones para que fuese escribiendo un diario online de mis aventuras y desventuras por el año que pasaré en a cidade maravilhosa.

29 noviembre 2006

Más y más burocracia y malfuncionamiento en este país

¿Estamos seguros de que Pepe Gotera y Otilio no nacieron en Brasil? Qué gente, madre mía.

Llevo en este santo país ya casi dos meses y aún no he podido hacer que me cambien el calentador del baño. Me explico. No hay problemas con la dueña; ella está de acuerdo desde el principio. Qué digo principio, me lo dijo ella misma a mí en agosto cuando yo aún estaba en negociaciones con ella para quedarme en su casa. Así que nada más llegar, me puse en contacto con ella para ver si llamaba a la tienda y solicitaba un nuevo calentador y su instalación para el baño.

El baño no va mal. Simplemente que la ducha no tiene demasiada presión. Sería un problema en España en invierno, que hace mucho frío y no mola estar duchándose sin apenas presión con el consiguiente congelamiento de la parte del cuerpo en la que no está cayendo directamente el agua. Pero aquí no. Aquí nunca hace frío. Hablan los autóctonos de un mínimo de quince grados en invierno, pero como algo plenamente excepcional; rara vez se baja de veinte.

Y menos aún hubiese representado un problema esa falta de presión si yo hubiese sabido la odisea que me esperaba para conseguir juntar los astros suficientes necesarios para que la instalación sea completada.

Resumiendo un poco todo lo que llevo pasado sin, hasta ahora, éxito alguno es:

- Viene un primer técnico un buen día de mediados de octubre con una portezuela de acrílico nueva dispuesto a instalarla en mi baño. Le digo que esa no era la instalación prevista, que se trata de un calentador nuevo. Se va.
- A la media hora, me llama la dueña para decirme que va a venir un técnico para cambiar la puerta de acrílico. Le digo que haberlo dicho antes.
- Días después, volvemos a quedar y me cambian la puerta de la ducha.
- Una semana después, quedo con un técnico para cambiar el calentador. No se presenta a la hora prevista.
- Unos días después, vuelvo a quedar. Viene. Sin el calentador. Pregunta que dónde está el calentador nuevo. Yo le respondo a él con la misma pregunta. Se va.
- Unos días después, vuelvo a quedar con un tío. Viene. Sin el calentador. Dice que viene sólo a comprobar el sitio donde irá instalado el calentador. Dice que va a ser necesaria una toma de corriente al lado de donde irá el calentador, porque tendrá que ser instalada también una bomba extractora de agua. Pero que eso él no lo hace, que lo tiene que hacer un electricista.
- Días después quedo con un electricista. Viene a tirar un cable desde el enchufe junto al lavabo hasta al lado de donde irá el calentador. Viene sin escalera. Necesita una escalera. No tengo una escalera. Se va.
- Al día siguiente vuelve con una escalera, instala el cablecito y el enchufe y se va.
- Vuelvo a quedar con el del calentador. Viene con el calentador. Lo deja al lado de la puerta, dice que hoy ya no le da tiempo. Se va.
- Días después vuelvo a quedar con él a una hora determinada. No se presenta.
- Llegamos a hoy. Quedo con él. Se presenta. Digo yo, ahora sí que sí, me instalan el calentador. Me dice que imposible, que tiene que haber una tubería de cobre en lugar de la de tela metálica que es la que está puesta ahora. Que no tiene el material. Que se va.
Y hasta ahora mismo, que he escrito un mail a la dueña para contarle la buena nueva y que me mande a un instalador de tubos de cobre. Y yo qué sé... la historia seguirá.

A mí ya me da igual estar con el agua con poca presión. Por mí, como si lo dejan como está y nos olvidamos de las instalaciones y las cosas. Pero bueno, ahora que el calentador ya está en casa, supongo que habrá que terminar el asunto. Sí, sobre todo porque un calentador al lado de una puerta de entrada ahí puesto en el suelo y dentro de la caja no hará la misma función que bien colocadito en el baño, supongo.

Y eso por no mencionar lo fraudulento de la primera factura de teléfono que nos ha llegado: dos cientos treinta reales en llamadas a Sao Paulo y a otro estado que yo ni conocía (Paraíba). De hecho, estoy seguro que ningún lector de este blog había oído en su vida hablar de dicho estado. Bueno, quitando a Uceda, que ya se habrá inventado algún juego de palabras al estilo de “Paraíba... Paraíba... Sí... Para-ahí-va la gente que no tiene mucho dinero”. Pues eso, dos cientos treinta reales son aproximadamente noventa euros. Se te queda cara de tonto.

Sobre todo al enterarte que el portero del edificio es de Paraíba y es un chanchullero de la leche. Un día se fue la luz (sólo en nuestra casa). Bajamos a decírselo al portero chanchullero, porque todos los plomos estaban dados. Nos dijo que creía que sabía la solución. A los cinco minutos volvió la luz y a los seis teníamos al portero en la puerta diciendo que ya lo había arreglado y que si teníamos cinco reales. Le dimos un educado no y las gracias.

Bien, el caso es que llamando a Telemar (la Telefónica brasileira), ya nos han reconocido que esas llamadas no son nuestras y nos las han descontado directamente. La factura ha pasado de dos cientos noventa y seis reales a sólo sesenta y tres reales.

Mi lema es “Este país no funciona”. Y nos quejamos en España. Bueno, la verdad es que del teléfono, quitando esto y del internet, por ahora, no me puedo quejar. En una semana y media tenía todo en casa y yéndome perfectamente.

Pasemos a otro tema. Hoy me estoy sobrando. Y el lector, posiblemente, sobando.

El miércoles creo que me hice algo en la cadera haciendo capoeira. Fui a hacer una queijada (o como se escriba esa malsonantísima palabra que el profesor pronuncia cada vez que la nombra), que es una patada que no sé como describir y por el ímpetu de querer hacerla bien, casi a la altura de la cabeza de la chica con la que estaba emparejado, me hizo la cadera “crock” y me he quedado un poco lisiado. Pero creo que todo es calentar y estirar un poco mejor. Ah! Bueno sí... y quitarme 10 años de encima. Pero eso me han dicho en el gimnasio que, aunque sean los mejores de Rio de Janeiro, que no son capaces de hacerlo. Qué mindundis.

Hablando de quitarse cosas de encima. Esto va para mi hermano (aunque me da que no suele pasar por aquí). Que sepas que estoy pesando 83,6 kg. Eso supone haber bajado ya trece y pico desde julio hasta ahora. ¡¡Chúpate esa!! (con perdón).

Aunque me tienen que pasar más fotos, aquí dejo alguna que otra de la visita de los paulistas este fin de semana pasado.

Aquí una en la playa de Ipanema.



Aquí otra en la playa de Ipanema (arena y agua superchulas) de Raul, el becario de informática de Sao Paulo y Adriana, becaria también de allí.



Venga, nada más por hoy.

Saudos!!

PC

1 comentarios:

Blogger Ucedaman ha dicho...

- Hola, soy de Paraíba y venía para cobrarle doscientos treinta euros de teléfono.
- ¿¿Para qué??
- Paraíba

;)

7:44 p. m.  

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