Olha que coisa mais linda

Olha que cosa mais linda, blog cuya URL tiene un error ortográfico provocado voluntariamente para conseguir que no estuviese cogido ya por otra persona, es la respuesta a una larga lista de peticiones para que fuese escribiendo un diario online de mis aventuras y desventuras por el año que pasaré en a cidade maravilhosa.

26 octubre 2006

Capoeira en la favela.

Ayer, como ya había dicho, quedé con Flor, la Argentina, para subir a un morro. Los morros son cerros o montañas que separan los distintos barrios de Rio de Janeiro. Ahí es donde con el paso de los años, las favelas han establecido sus principales localizaciones.

Concretamente, en este caso se trataba del Morro de Cantagalo, que separa Copacabana de Ipanema. Para no ir solos "ante el peligro", ella había quedado a su vez con un chico colombiano que había conocido en las clases de capoeira de otro lugar, y que vivía en esta "comunidade", que es como se dan a conocer desde dentro a estos barrios (se lee comunidayi).

La subida es toda una experiencia, una mezcla de sensaciones y estados anímicos y físicos bastante explosiva. Realmente no es una cosa que veas como el fin del mundo, como mucha gente puede pensar antes de verlo. En realidad es un barrio más o menos normal, aunque con las calles algo más pequeñitas y descuidadas. Pero la gente está por la calle, y hay tiendas, puestos de fruta, negocios y bares como en cualquier otro sitio. Y los niños están jugando por la calle a la pelota o a la comba y otros jóvenes yendo y viniendo, pero sin peor ni mejor pinta que en el resto de los barrios. Y la mayoría de los edificios que vas pasando, aunque menos altos que en otros bares, tampoco es que parezcan ruinas. Eso sí, claro, yo fui apenas por las dos o tres calles principales del barrio. Saliéndote un poco de ahí, seguramente la opinión cambiaría, claro.

A todo esto se suma, que la subida es espectacularmente dura. Físicamente hablando, me refiero. En realidad, se trata de subir una montaña enorme en muy poco espacio. La subida es muy muy empinada (y cada vez va siendo más). Yo iba pensando que poco me quedaba por hacer ya como entrenamiento, es decir, cuando llegué arriba del todo, creo que ya había sudado todo lo que tenía que sudar. Sin embargo, estaba muy equivocado.

Arriba del todo hay un antiguo hotel que se abandonó como hotel. Bastante grande. No sé si antiguamente los morros eran barrios más normales, porque se te hace raro ver un hotel tan grande y con tan buenas vistas como el que está allí arriba.

Hoy día, el hotel es la sede de una asociación sociocultural tipo ONG que se encarga de realizar actividades variopintas y talleres de todo tipo para jóvenes. Es fácil ver que parece que se trata de un movimiento que lo que pretende en definitiva es mantener a los jóvenes ocupados en algo, aprendiendo unos valores y una filosofía del arte, la cultura y el trabajo que intente hacer que, a pesar de estar creciendo en la comunidad, rodeados de todo lo que ello conlleva, adquieran una responsabilidad ante la vida y ante la mejora de una sociedad, la del barrio, ya de por sí bastante deprimida socialmente.

Pues nada. Llegamos allí arriba, donde ya algunos estaban estirando. Nos presentó el amigo de Flor que nos había llevado hasta arriba y nada, directamente nos dijeron que nos quitásemos las zapatillas y que comenzásemos a estirar. Al momento, nos cogió el tío y nos dijo, a ver, venid para acá, y llegamos y la cosa consistía en sentarse en el suelo con las piernas abiertas y dos tíos con sendas cuerdas atadas a tus tobillos tiraban en el sentido de abrir más las piernas.

Te decían "fale quando ta bom", "dí cuando sea suficiente", jeje... y yo, que casi al sentarme ya estaba bastante dolorido, era en plan "ta bom!!! ta bom!!!"... jeje... allí la gente se reía y, en realidad, lo recuerdo con diversión... pero dolía un huevo y parte del otro. Y yo qué sé, la gente con mucha complicidad y sabiendo lo que yo estaba pasando, se portaba bien y me preguntaba que qué tal y demás. Muy buen rollo

Luego la clase siguió para adelante, y más o menos fui haciendo lo que decía el monitor de aquello a pesar de que después del estiramiento casi no podía más. Y tras hacer varias monerías por allí para estirar y calentar músculos y articulaciones, comenzó el aprendizaje de la jinga, de jingar, que no es otra cosa que el movimiento básico y típico del capoeira (quien haya visto cualquier documental, sabrá de lo que hablo).

En realidad, la clase moló mucho, porque ya desde el principio hicimos cosas que era justo lo que te imaginabas del capoeira. Lo de jingar, lo de lanzar alguna patada, lo de esquivar otras... siempre con algún compañero que sabía lo que hacía. Por supuesto, ayer... y durante los próximos 3 meses mínimo, lo que pareces es un pato pegando coletazos para un lado y para el otro. Absolutamente lleno de imprecisiones y con carencia de fuerza en piernas y brazos para hacer la mitad de los ejercicios que nos mandaban.

Pero en fin, como todo, será cuestión de seguir practicando y ver si con el tiempo voy mejorando. Por lo pronto, lo único que he cogido es un dolor de piernas espectacular. Por suerte, en contra de lo esperado, la espalda no me duele mucho, a pesar de lo propenso que soy a tener los lumbares más p'allá que p'acá.

Por ahora, pues, seguiré yendo, a pesar también de lo duro del camino para ir (vaya montaña).

Y lo bueno llega hoy. Si no entendí mal, esta noche hay lo que se llama un Rondo de Frutas. Un rondo es lo típico que se ve de un montón de brasileiritos vestidos de blanco y en corro, mientras por turnos, dos en el centro practican la lucha que representa el capoeira. Lógicamente, yo sólo iré a mirar, claro. Lo bonito además, es que esta noche para ir hay que llevar fruta. Lo que sea; manga (mango), papaia, sandía, ananas, chirimoya, bananas... lo que sea. Entonces, los coleguitas se ponen "a jugar" ahí a saco, al ritmo del birimbao y cuando terminan, pues lo que toca es comerse toda la fruta.

Me gustó porque el ambiente está exento absolutamente de temas de alcohol y demás. Dijeron que nada de traer cerveza u otras bebidas alcohólicas. Sólo fruta y refrescos.

Así que nada, he vuelto a quedar con Flor, y esta vez vendrá José y nos plantaremos de nuevo allí arriba. Esta vez sin compañía a la hora de subir, pero, una vez más, no habrá problema alguno.

Además, el tiroteo con metralletas que escuchamos ayer desde casa, seguro que ni siquiera fue en el morro, sino en algún otro sitio. Que la gente ya escucha tres o cuatro ráfagas y ya está diciendo, ea, venga, ya están en las favelas... qué poca consideración.

Hoy tenemos nuestra segunda clase de portugués. También apetece. :D

Y poco más por hoy. Se despide el reportero con las piernas más doloridas de Cantagalo.

Saludos.

PC

2 comentarios:

Blogger martuky ha dicho...

Al final no vas a tener que ir al gym... haz algunas fotillos que te veamos en acción!!

4:39 a. m.  
Blogger Pedro - ElPiter ha dicho...

igual retraso mi incorporación al gimnasio, sí. Con esto tengo más que de sobre :S

9:22 a. m.  

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