Olha que coisa mais linda

Olha que cosa mais linda, blog cuya URL tiene un error ortográfico provocado voluntariamente para conseguir que no estuviese cogido ya por otra persona, es la respuesta a una larga lista de peticiones para que fuese escribiendo un diario online de mis aventuras y desventuras por el año que pasaré en a cidade maravilhosa.

11 junio 2007

¡De vuelta de todo el periplo!

Vida Vertiginosa Pedro de vuelta por tierras civilizadas.

En realidad, no encuentro ni la continuidad para escribir coherentemente; la última vez estaba en un ciber en Córdoba muerto de frío. Desde entonces, he vuelto a Río, he pasado un día y medio, me he ido a la selva, me he muerto de calor y he vuelto a la oficina. Pasando una sola noche en casa después de todo. Qué lío.

Pero bueno, explicamos por partes y todo tendrá su coherencia.

El final de la estancia en Argentina. Con el tratamiento antibiótico, enseguida me puse bien y pude continuar disfrutando con mis primos, sobre todo. El último día por la tarde salí por el centro y me compré una mochila estupenda tamaño medianito. Óptima para un viaje como el que me esperaba en Manaus.

Así que, en fin, el miniperiplo en Río fue llegar el martes tarde a trabajar, salir para ir a casa, deshacer la maleta de ropa antifrío y rehacerla en la mochila nueva con ropa anticocodrilos. Dormir en casa pero con la maleta preparada, ya que al salir del curro al día siguiente iría directo en bus para el aeropuerto.

Y de ahí a Manaus, donde el calor es mucho más axfisiante que en Río en esta época del año. No en vano está al lado del ecuador y la humedad es brutal, ya que están allí en plena época de lluvia y eso no hay quien lo aguante. Mucho mosquito y tal, claro.

Llegamos el miércoles por la noche, nos quedamos en un hotel del centro y por la mañana del jueves nos metimos en un barco que nos llevó primero al encuentro de las aguas y después a la plataforma flotante donde establecimos nuestro campamento base.

Encuentro de las aguas

Este es un fenómeno la mar de curioso que se produce cerca de Manaus, en lo que es el propio río. Resulta que a la altura de Manaus empieza lo que es el río Amazonas propiamente dicho. Pero este río es la unión de otros dos que vienen de mucho más lejos: el Río Negro, que viene del norte y el Solimões, que viene del oeste.

Pues se da el caso de que ambos ríos tienen características diferentes principalmente en dos aspectos: la velocidad a la que va cada uno y la composición de las aguas de ambos. Así, cuando se produce ese encuentro de ríos, como digo, a la altura de Manaus, las aguas no se mezclan directamente formando un todo, sino que durante, creo que son, once kilómetros, ambos ríos concurren separados hasta que poco a poco se terminan mezclando. Y en esto resulta el fenómeno del encuentro de las aguas.

Al fin y al cabo, ¿qué es lo que el ojo ve? Al ser diferentes los dos ríos en su composición, también son de diferente color. El Río Negro es, como su propio nombre indica, completamente negro. Y el Solimões es tirando a color amarillo-barro-guarrera. Entonces, durante esos once kilómetros, básicamente, lo que se ve es una separación absolutamente perfecta, como si tuviesen una pared en medio, entre ambos ríos. Pero sin existir dicha pared. De hecho, lo que el barco hace es ir y ponerse justo en medio de dicha frontera natural estando, por ejemplo, la popa en el Solimões, viendo su color amarillento y la proa en el color negro del Río Negro.

Muy muy muy curioso.

La plataforma flotante

De ahí, el barco comienza a subir en contra de la corriente del Río Negro y tres horas después llega a la plataforma flotante donde habíamos contratado nuestro paquete turístico, con perdón.

La plataforma es lo más rústico y simple del mundo. Baños enanos y con apenas facilidades, bastante bicho por ahí suelto, todo de madera y, por supuesto, ni electricidad. Apenas un teléfono de emergencia. Las camas se salvaban, ya que eran bastante cómodas.

Y desde este campamento base, que era lo más parecido a un campamento de verano, pues partían todas las actividades.

La que más me moló sin duda ninguna, el paseo nocturno en busca de jacarés, cocodrilos para los amigos. Fue guay. Desde el principio íbamos remando en una canoa. Con un guía, claro. Todo en canoa porque resulta que ahora es la época de lluvias y las orillas están desplazadas algún centenar de metros por causa de la crecida del río, que tenía unos cuatro metros más de altura de lo normal. Así que al principio íbamos bajo un increíble manto de estrellas en lo que es la parte que correspondería al río incluso en la época de sequía para, a continuación, adentrarnos aún en canoa bajo las copas de los árboles en lo que ya se correspondía con la parte donde, durante la parte del año en la que “no hay agua”, ya iríamos andando. Con lo que las estrellas desaparecían de momento para dar lugar a frondosas y opacas copas de mil y un árboles amazónicos que no dejaban ver el cielo.

Y eso, rema que te rema hasta que el guía divisaba con su linterna a lo lejos un par de ojillos rojos y nos decía... ahí hay un cocodrilo y, lejos de remar a todo lo que da en la dirección opuesta, acercarse sigilosamente en dirección a los ojitos. Hay que decir que el cocodrilo más grande que se puede cazar en esa zona tendría dos metros y medio y que lo normal es verlos de un metro o metro y medio como mucho. Tampoco es tan gran cosa. Eso sí, uno de esos te mete un muerdo y despídete de la parte mordida.

Cuando ya estábamos cerca, que era cerca de la parte donde ya se hacía pie, junto a la orilla, el tío con un par se bajaba superseguro. Y en un hábil movimiento, zas, cogía al cocodrilo de la nuca, si es que un cocodrilo tiene nuca, para tras unos leves coletazos iniciales terminaba quedándose inmóvil. Nunca muerto, ya que lo primero que te dicen, y lo llevan a rajatabla, es que hay un respeto total por la naturaleza y no se mata absolutamente a ningún animal.

Hay fotos de todo esto: luego el guía le daba por volver a subirse a la barca con el cocodrilo y el mismo iba pasando de mano en mano, de foto en foto. Por ahí está la mía. Ya la subiré al blog.

Otra de las experiencias es la de la caza de pirañas. Bueno, tampoco es tan gran cosa. Es pescar. Pero cada vez que cogíamos alguna, el guía, al que en adelante llamaremos Fabinho, nos explicaba qué tipo de piraña era y si había muchas o qué. Había algunas que iban solas. Que no eran muy peligrosas. Sólo mordían y podían transmitir alguna enfermedad o infección. Pero había otras que iban en bancos y que podían comerse a una persona en cuestión de minutos. Así.

En fin, acojoning, pero fue todo bien. Todo lo que pescamos, por cierto, volvía al río, ya que eran demasiado pequeñas para ser comidas (qué gracioso... porque para ellas comer sí que eran bien grandes). Qué listas.

Por cierto, lejos de ser lombrices lo utilizado como cebo, en el anzuelo iban clavados taquitos de lomo de ternera. Tiene tela.

Otra de las cosas chulas fue, en otro paseo en canoa, esta vez de día, cuando Fabinho vio un perezoso en lo alto de un árbol y allí que se lanzó cual tarzán a arrancarlo de su aletargado sueño para bajárnoslo y echarnos unas risas con él. Y ese sí que es un animal chulo. Super tontón. Como un bebé que todavía no controla sus movimientos. Piernas para un lado, brazos para otro. Y con una aparente sonrisita la mar de chula. Aparente, supongo, porque el pobre debía estar muertito de miedo. En fin, también lo cogí y también hay fotos. Pronto las subiré, como digo.

Y otra de las experiencias fue dormir a la intemperie una noche. Antes de que oscureciese llegamos andando a un lugar de lo más recóndito y allí mismo tuvimos... bueno... Fabinho prácticamente sólo tuvo que currarse un campamento cortando árboles, creando troncos y atándolos de tal forma que quedó una estructura muy bien montada donde pusimos las ocho hamacas de los que formábamos la expedición. Todo esto cubierto por una tela azul de plástico que nos protegería de la posible lluvia, que al final no se dio.

Al lado, también con la leña que allí mismo él fabricó, se curró un fuego (ayudado de un mechero, no flipes), en donde cocinamos dos pollos que había traído congelados e hirvió un poco de arroz en una cazuela. Este Fabinho es un artista. Se curró en cinco minutos una mesa de madera alrededor de la cual nos situamos todos. Con unas hojas grandes y una cuerda creada a partir de filamentos de corteza de otro árbol, hizo los platos. Y tallando madera también, hizo una cuchara para cada uno. Muy fuerte lo del pavo éste. Estábamos allí flipando con él.

Ha nacido y vivido toda su vida en un poblado en plan Mowgli. Y se las sabía absolutamente todas. Da igual el frutillo o hojita que pillabas, que le preguntabas y él sabía qué era y para qué servía.

Al día siguiente, por ejemplo, encontramos no sé qué raíz así gorda que, al ser cortada e inclinada de punta, soltaba un agua que se podía beber. Y te ves a los nueve (ocho expedicionarios y él) bebiendo de esa agua que tenía un cierto sabor a leche de coco.

Por otro lado, cada hueco que había en la tierra o junto a un árbol caido y así, Fabinho se dedicaba a mirar si había alguna tarántula para mostrárnosla. Y halló una. Madre mía, eso sí que daba asquito. Mira que las hemos visto en el zoo y tal, pero allí en vivo y en directo era realmente de susto. Por suerte, según todos, por pena, según él, se escapó antes de que él la pudiese capturar. Pero dio para verla. Menudo bicho. Como una mano de grande. Y llenita de pelos, con perdón. Muy asquerosito.

Los ocho que éramos:
De Río: Pablo, Chechu, María y yo
De São Paulo: Raul, becario de informática y Yennay, becaria de La Rioja.
De Brasília: Álvaro, becario de informática.
Y luego, porque los grupos tenían que ser de ocho, nos juntaron a un israelita, Gidi, muy gracioso él. Hicimos buenas migas, pero sólo podíamos hablar en inglés con él. Lo cual era una pena, porque la mayoría del tiempo estábamos todo el rato hablando en español y, él, qué iba a hacer, se limitaba a sonreír hasta que a alguien le daba por traducir las cosas que eran importantes que supiese.

En fins... ayer por la tarde nos cogimos el barco de vuelta, estuvimos un rato en Manaus conociendo algunas construcciones imponentes que el centro de la ciudad tiene y después al aeropuerto para, con tres horas de retraso (Brasil es Brasil), llegar a Río y a currar directamente.

Ojalá me haga pronto con las fotos y las pueda publicar aquí. Realmente merecen mucho la pena.

Taluegooo

Peter

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio